¿Te cuesta ponerte en marcha, sientes dolor al hacerlo? ¿Sientes dolor puntual o crónico en alguna parte de tu cuerpo o quizás en varias? ¿O es una presión que no te deja respirar?

Si te sucede esto o algo parecido, no temas, no te agobies. Tienes en tus manos la oportunidad de liberarte de aquello que te hace daño, que no te deja crecer y que te limita. Esta oportunidad te la ofrece tu Ser para que puedas avanzar, para que empieces a liberarte y sigas por el camino de la libertad y para que al final, seas Tú.

El dolor es el puente de comunicación de tu alma con tu cuerpo. Es una oportunidad, no lo veas como un problema, no seas un víctima del dolor, pues ésto te hará pequeño. El dolor viene a mostrarte que algo no va bien en ti, cuando a veces las situaciones que vives, te superan o te obligas a hacer algo por “quedar bien” pero no sientes que tienes que hacerlo, cuando sencillamente no te escuchas, tu Ser habla a través de tu cuerpo mediante el dolor, ya que estamos acostumbrados a prestar atención sólo cuando el dolor aparece y nuestro Ser lo sabe, por eso escoge este camino. Este dolor, no desaparece con una pastilla, la pastilla lo adormecerá para que calle pero, volverá a resurgir en el momento apropiado.

Te propongo que cuando empieces a sentir dolor, ya sea leve o más intenso, lo primero de has de hacer es aceptarlo, es parte de ti, ríndete a él como la oportunidad que es, de saber y entonces toma conciencia de ese momento, si puedes parar lo que estás haciendo, hazlo, si no, búscate un espacio en tu tiempo donde te sientas cómodo y hazte las siguientes preguntas:

· ¿Qué estaba haciendo cuando he sido consciente de este dolor?

· ¿Qué he escuchado que me ha molestado, incluso me ha enfadado o me he sentido herido?

· ¿Qué estaba pensando o recordando cuando he percibido el dolor?

· ¿Qué historia se repite en mi vida y qué dolor me acompaña a diario?

· ¿Dónde siento el dolor, que me duele?

Las respuestas son la clave para ir al origen, a la causa de este dolor.

El dolor puede ser físico o emocional, a veces ambos.

Las respuestas han de ser honestas, aquí no vale maquillarlas o buscar “otra más adecuada a mi”. El alma habla a través de las respuestas. Escucharlas honestamente, tomar conciencia y empezar a trabajar con ellas, son los pilares para empezar a liberar el dolor.

Cuando trabajas con tu dolor, con las herramientas apropiadas, tomas conciencia de él, es entonces cuando te comunicas contigo mismo y empiezas a sanar y a liberar el lastre que no te deja continuar. Tú eliges.

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